En nuestras rutas de coasteering, los saltos al agua son uno de los momentos más esperados. Y no es para menos: volar unos segundos antes de caer en el mar es una experiencia liberadora. Pero también es una maniobra técnica que exige preparación, análisis y criterio. En Easy Adventurs no improvisamos: diseñamos nuestras rutas con base en la formación, la experiencia profesional y la seguridad real.

¿Cuánto es demasiado?

Los vídeos virales en redes sociales muestran a gente saltando desde acantilados de 15, 20 o incluso más de 30 metros. Lo que no se ve en esos vídeos son las consecuencias cuando las cosas salen mal: lesiones graves, impactos mal amortiguados, fracturas… o incluso situaciones de emergencia por corrientes, rocas o falta de visibilidad.

Nosotros trabajamos con un enfoque profesional. Nuestro equipo está formado por guías titulados y especializados en deportes de montaña y actividades acuáticas. Sabemos, por estudios técnicos, que a partir de 10-12 metros el impacto puede causar daños importantes si no se realiza con una postura adecuada o si hay cualquier error. Por eso limitamos la altura de nuestros saltos a lo que consideramos seguro y razonable según el grupo, la marea y las condiciones del día.

¿Y los chalecos?

En algunos tramos del recorrido no utilizamos chaleco salvavidas durante los saltos. ¿Por qué? Porque en ciertos casos su flotabilidad puede modificar la postura al entrar en el agua y aumentar el riesgo de lesión. Pero eso no significa que no contemos con ellos: siempre llevamos salvavidas disponibles para quien lo necesite, o para tramos de nado prolongado. Forma parte de nuestro protocolo de seguridad y de nuestra planificación previa.

Cada punto de salto está revisado, probado y validado por nuestros guías antes de usarlo con participantes. No se salta si el mar no lo permite, si no hay suficiente profundidad, si las corrientes son inestables o si la entrada no es limpia. Y nunca se obliga a nadie a saltar. La aventura debe ser un reto… pero nunca un riesgo innecesario.

Saltar con cabeza

La adrenalina es parte de lo que nos mueve, pero lo hacemos desde la conciencia y la experiencia. El objetivo no es solo pasarlo bien, sino terminar cada ruta sabiendo que hemos vivido algo único, emocionante y, sobre todo, seguro.

Saltar sí, pero con cabeza. Con técnica. Y con respeto.